Malcolm & Marie: sobre una supuesta autenticidad
Malcolm y Marie pelean después de llegar a casa del estreno de la película en la que el primero ha debutado como director. Pelean durante toda la noche, durante toda la película. Parece, en un primer lugar, una película sobre una pareja.
El título y el tráiler sugieren que se trata de una historia de amor o de, al menos, una pareja. Los dos protagonistas son guapos y saben gritar, moverse, desvestirse, rasgarse las vestiduras. Los diálogos de ambos son los de dos personas inteligentes a las que es entretenido ver discutir. Ambos intentan analizar al otro: casi todas las líneas están escritas en segunda persona y son explicaciones sobre cómo es el otro “tú amas así”, “tú no eres capaz de aceptar amor”, “a ti te interesa esto”, etc etc.
Marie está enojada porque su novio no le ha agradecido en su discurso. A cada momento de la película se destapan capas y capas de la pelea, “what is this about?”, pregunta Malcolm reiteradamente y es también la pregunta que yo me hacía a medida en que la pelea avanzaba: ¿está dolida porque no le hayan agradecido?, ¿por no haber sido mencionada?, ¿es una cuestión de crédito?,¿es porque la película se trata de ella?, ¿es porque no se trata de ella?, ¿es porque ella no la protagonizó?
La película de cuyo estreno están regresando los personajes es el debut de Malcolm como director. Se trata de una mujer adicta a las drogas, negra, que intenta salir de la adicción a los 20 años. Queda claro en la discusión que Marie ha pasado por lo mismo que el personaje de la película dirigida por Malcolm. Malcolm & Marie, entonces, parece en algunos momentos una película sobre una película. Hay otras pistas de ello: la música, la obsesión de Malcolm por la crítica y las lecturas que recibirá su película, las reflexiones sobre el lenguaje cinematográfico.
En una escena larguísima vemos a Malcolm leer una crítica del LA Times a su película. En ella, la autora lee la película como la obra de un director negro: ya antes lo había comparado con Spike Lee, por ejemplo. La lectura es absolutamente racial, lo que enfurece a Malcolm, quien no intentaba hacer una película de tinte político. Por otro lado, la autora critica una escena en la que la protagonista sale semidesnuda, y reflexiona sobre la mirada masculina del director, cuestiona sus intenciones. Ante esto, Malcolm lanza un monólogo sobre cómo un hombre puede sentir genuina curiosidad y compasión por los problemas que debe enfrentar una mujer como el personaje protagonista de su película. Acá creció en mí la sospecha de que la película no se trataba de amor sino del director, Sam Levinson. Tal vez no se trataba de la discusión de una pareja sino de un conflicto interno: los dos personajes eran él mismo, haciéndose preguntas sobre su (corta) obra.
Levinson es también escritor de la serie de HBO Euphoria, que también es protagonizada por Zendaya (Marie en Malcolm & Marie). Euphoria está narrada por Rue, una adolescente adicta a las drogas que sufre de trastornos mentales. Es fácil, entonces, asociar a Malcolm con Sam Levinson, pues ambos dirigen la historia de una chica adicta.
Después de ver Malcolm & Marie quise ver Euphoria. Me pareció muy difícil de ver. A los diez minutos de verla, y ahora mismo mientras escribo esto, me sentí como la crítica del LA Times cuya reseña enfurece a Malcolm: me pareció que la serie debería tener una advertencia que anunciara que veríamos escenas con contenido sensible (vemos a los quince minutos del primer capítulo, por ejemplo, a un hombre adulto tener sexo con una adolescente trans). Las escenas fuertes de abuso emocional, de drogas, sexo violento o sin consentimiento suceden una tras de otra sin dejar espacio a nada más.
Euphoria pretende impactar al espectador y entre impacto e impacto no deja espacio para el pensamiento ni para la sensibilidad. Detrás de la densidad de sus escenas y del maquillaje escarchado no hay nada más. La trama tiene giros tan forzados y sus personajes son adolescentes tan inverosímiles como los de otras series como Élite o The OC (tal vez, habrá que decirlo, en Euphoria hay un trabajo de marketing más riguroso sobre la llamada Generación Z), con la diferencia de que trata de tocar temas más profundos pero lo hace con la misma superficialidad y ligereza de las series ya mencionadas (que, por demás, me gustan y me parecen más entretenidas de ver). No hay nada sugerido en Euphoria tal vez porque su idea de hablar de adicciones y salud mental sea la de mostrar todo o la de impactar al espectador: la de exponer a sus personajes.
Ver Euphoria cambió mi lectura de Malcolm & Marie, pues es imposible ahora concebirla como la historia de una pareja; es, más bien, una defensa del director. Lo que me había gustado de la película (el juego de hacernos imaginar una película con tan solo oír a los personajes discutir sobre ella) es contrario a lo que vi en Euphoria: exhibición del trauma. La serie hace un intento de salirse de los estereotipos de adolescentes “crueles/populares” y “buenos/introvertidos” con los que yo crecí. Rue cuenta la historia de cada uno desde su niñez para mostrar por qué es el adolescente que es. Y aun así, me fue imposible dejar de ver las ganas del director de hacer una serie con chicas lindas y jóvenes musculosos… y poco más (maquillaje en la cara, gritos, escenas inquietantes, música de moda).
La ligereza ha sido, a veces, una cualidad que celebro en algunas películas. Sin embargo, en Euphoria está escondida en una pretensión de seriedad, de dramatismo y solemnidad que la hacen insoportable. Y es eso lo que ha cambiado también mi lectura de Malcolm & Marie, pues sospecho que Malcolm, que podría tomarse como alter-ego de Sam Levinson, se toma demasiado en serio sin ser, en efecto, serio.
Así, me parece que Sam Levinson hace trampa: Malcolm dice en su monólogo que no por ser un hombre su mirada necesariamente tiene un velo y creo que tiene sentido lo que dice. Como dice él, el lenguaje cinematográfico puede ser una herramienta para la exploración de la curiosidad por otras vidas y otras historias. Un hombre blanco, por ejemplo, puede sentir genuina curiosidad y compasión por la historia de una mujer negra. Ahora, la trampa de Levinson fue haber puesto a su personaje a decirlo en vez de haberlo hecho él mismo. Parece defendiéndose y defendiendo lo que hasta ahora ha escrito y dirigido. Así, el discurso de Malcolm es una cantaleta sobre la curiosidad y la compasión en el cine sin mostrar, de hecho, nada de curiosidad, seriedad o compasión, sino solo ligereza.
Marie le reprocha a Malcolm no haber sido considerada para interpretar el papel principal de la película (antes era actriz). Le dice que le hubiera podido dar autenticidad, pues la vivió en carne propia. En Euphoria todo se percibe producido, se ve todo bajo la mirada calculadora de Levinson: las chicas se ven perfectas aun en sus peores momentos, su maquillaje corrido es precioso y el vestuario revela lo justo de cada una.
Para dar cuenta de la importancia de la autenticidad, Marie actúa durante la pelea con su novio y le hace creer que está apunto de recaer, lo asusta. Luego revela que estaba actuando y le demuestra con eso que es una gran actriz y que podría sin ningún esfuerzo contar (y representar) su propia historia. También le dice que tal vez si hubiera consultado con ella la decisión de desnudar a su protagonista en la escena que le critican en el LA Times, tal vez lo hubiera reconsiderado, tal vez si la mirada no hubiera sido solo masculina, la escena hubiera sido distinta. Así, la tal autenticidad no solo tendría que ver con “haber vivido la historia” sino con una multiplicidad de miradas.
Marie le repite a Malcolm hasta el cansancio que la película no hubiera sido lo mismo, no hubiera sido tan bella, si ellos no hubieran estado juntos, si ella no hubiera estado en la vida de él. Esto parece tal vez un pequeño resentimiento por haberla omitido en su discurso, pero realmente acá es cuando el diálogo que Levinson tiene consigo mismo deja de ser autocomplaciente (aunque Marie y Malcolm se griten, siempre están de acuerdo en cuanto a la película y al cine se refiere, no hay un conflicto verdadero). Marie reclama su lugar como coautora de la película, rehúsa a ser puesta en el lugar de musa o más bien asume ese lugar como el de coautora de la historia de la que Malcolm se lleva el crédito. Sugiere que ella, en quien está inspirada la película, debió también ser creadora de la historia, pues la vivió, fue literalmente la autora.
Me sentí engañada al final de la película, pues pensé que vería una historia de amor o desamor y me dieron un discurso sobre cómo hacer y criticar películas. Sin embargo, si quisiera salvarla, diría que Malcolm & Marie, sin querer, sí habla de una pareja, y es ahí: esa sugerencia de que la musa es también autora e intérprete es la única parte de la discusión en la que me pareció que los amantes hablaban de amor.