“La peor persona del mundo”: juventud errática

Vi “La peor persona del mundo”, del noruego Joachim Trier. Al día siguiente, me puse a reordenar mi biblioteca para darle forma al lugar en el que vivo.

Juliana Rodríguez Pabón
6 min readMay 17, 2022

Julie conoce a Aksel, se enamoran y ella se muda con él. En una de las primeras escenas organiza sus libros en la biblioteca que ahora sería de los dos. Reorganizo la mía yo también un día después de haber visto La peor persona del mundo, pues intuyo, por haber visto la película, que es una buena manera de habitar de nuevo un lugar. En su caso, este acto inaugura una vida en compañía de su amor; en el mío, es un intento de apropiarme de nuevo del lugar al que alguien ha decidido no volver.

fotograma de “La peor persona del mundo”

Admito que le cojo cariño fácilmente a las películas y libros con personajes que se llaman como yo. Uno de mis libros favoritos es Juliana los mira, de Evelio Rosero. Y en el último mes he visto ya dos veces La boda de mi mejor amigo, una comedia romántica en la que personaje y actriz, Julianne y Julia, tienen nombres parecidos al mío. Un amigo me había recomendado “Julie en doce capítulos”, que es como él había traducido el título de La peor persona del mundo antes de que llegara a la cartelera latinoamericana, así que fui a verla.

La peor persona del mundo es la última entrega de la trilogía de Oslo, compuesta también por las películas Reprise (2006) y Oslo, 31 de agosto (2011). Es evidente en las tres películas que a Joachim Trier, su director, le intriga la juventud. Anders Danielsen Lie actúa en las tres interpretando a tres personajes diferentes.

Fotograma de “Reprise”

En Reprise, el personaje de Danielsen, Phillip, tiene 23 años y es un joven escritor que acaba de publicar su primera novela. Su mejor amigo, Erik, no tiene la misma suerte y esto junto con otros enredos los separa y los vuelve a unir. Además de escribir cada uno una novela, estos dos amigos van a toques punk, juegan en la playa, se emborrachan, se enamoran, se desencantan. En la primera de la trilogía, Trier nos muestra una juventud a ratos triste y a ratos alegre y unos jóvenes tan firmes en sus principios y con sus procesos creativos, que, contrario a lo que se pensaría, son erráticos.

Fotograma de “Oslo, 31 de agosto”

Luego, en Oslo, 31 de agosto, Anders, un personaje que se llama como el actor que lo interpreta, tiene 34 años y se siente abrumado ante el fin de su juventud. Toda la película ocurre el 30 de agosto (y la madrugada del 31), último día del verano y único día libre que tiene Anders de su tratamiento de rehabilitación. Durante el día tiene conversaciones en las que mira con nostalgia confundida sus días de joven. No sabe muy bien si estuvo alguna vez enamorado o si era tan solo el efecto de la heroína. En la noche va al cumpleaños de una vieja amiga que cumple 30, quien también está angustiada al verse de cara a una nueva etapa de su vida. El recuerdo borroso de quien fue de joven lo entristece y le aterra la idea de empezar de nuevo a la edad que tiene. Esa misma noche sale de fiesta con unas chicas universitarias, y luego decide no llegar a viejo.

Ahora, en La peor persona del mundo, Anders Danielsen Lie interpreta a un tipo de unos cuarenta y tantos que acompaña, por el rato que dura su relación amorosa, la juventud de Julie, la protagonista. Por primera vez en una película de Trier, la narradora es la voz de una mujer.

En el prólogo de La peor persona del mundo vemos a Julie con distintos cortes y colores de pelo, la vemos también cambiar de carrera y de pasión. Cuando empieza el primer capítulo de la película, está cerca de cumplir treinta años. No es que sea una adolescente, pero no tiene muy claro lo que quiere. Quiere siempre, eso sí, estar en otro lugar: estudiar otra carrera, dedicarse a otra cosa, estar con otro hombre, irse de las fiestas.

Julie, por ser errática y joven, es también fantástica. Puede, por ejemplo, detener el tiempo y correr a los brazos de otro posible amor. Ríe y se besa con esta posibilidad mientras Oslo está toda detenida. Puede también, en un viaje de hongos, encontrarse con su padre y con Aksel, a quienes ha sacado de su vida para ese momento. Así, Julie puede hacer realidad la fantasía de estar en otro lugar sin moverse de donde está. Viaja también en el tiempo: a veces quiere acelerarlo para estar con quien no ha estado y a veces devolverlo para estar con quienes ha dejado de estar.

fotograma de “La peor persona del mundo”

Cuando se separan, Aksel le dice a Julie que él ha vivido más y que por eso sabe que lo que ellos tienen es difícil de encontrar: “nadie ríe como nosotros, nadie se comunica como nosotros”, le dice. Y tendría razón, aunque solo en su caso. Lo reitera luego cuando vuelven a encontrarse: “fuiste la relación más importante de mi vida, eres el amor de mi vida”. Estas son afirmaciones que solo puede hacer quien ya no es joven (y quien, además, se siente cercano a la muerte), pues se dicen en retrospectiva. Julie, por supuesto, no puede corresponderle en ese gesto.

Durante la juventud el tiempo se percibe distinto. Está la sensación de que se tiene la vida por delante, de que las cosas (el amor, la casa, los hijos, el trabajo) se pueden dejar para después. Y sobre eso, creo, se trata La peor persona del mundo. Esto, creer que todo podrá hacerse luego, se mueve entre la arrogancia y la ingenuidad como la película se mueve también entre el drama y la comedia, entre lo grave y lo ligero. Julie no se siente a gusto en el presente porque tiene la sensación de que habrá otro tiempo después de este, se pregunta cuándo empieza la vida casi sin darse cuenta de que ya está viviendo, dice que se siente una espectadora sin darse cuenta de que es el personaje principal.

Esto, por supuesto, no hace de Julie “la peor persona del mundo”. (De hecho, el diálogo al que se refiere el título ni siquiera es sobre ella sino sobre otro personaje, que tampoco lo es sino que simplemente se siente culpable). La película es exitosa en no juzgar a ninguno de sus personajes y eso nos deja a nosotros, los espectadores, reírnos y llorar con ellos. Simplemente entenderlos, pues también queremos enamorarnos y no morir nunca.

En el epílogo, de nuevo Julie con otro corte de pelo. Termina de trabajar y se va a su casa, en la que no comparte una biblioteca. Se asoma por la ventana y ve con alegría el pasado. No sabemos cuánto tiempo ha pasado desde el último capítulo, pero sabemos que es una mujer adulta. Está sola. Sonríe. Está en casa. Empieza a trabajar. Edita el retrato de una mujer que acaba de fotografiar.

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Juliana Rodríguez Pabón
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Written by Juliana Rodríguez Pabón

Escribo de películas y series. No me paro del sofá.

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