Haz lo correcto: ¿cómo leerla en el 2020?
Luego de los asesinatos de George Floyd, Anderson Arboleda y Janner García, volvimos a ver ‘Do The Right Thing’ (1989) de Spike Lee. Este texto tiene detalles de la película. O sea, spoilers.
*Escrito a cuatro manos con Santiago Cembrano
En Do The Right Thing (1989), dirigida por Spike Lee, Mookie es un repartidor de pizzas que trabaja para Sal, un italoamericano que tiene su restaurante en un barrio afroamericano de Brooklyn. En el día más caluroso del año, Mookie es testigo de las tensiones raciales de su barrio. Su amigo Buggin Out le exige a Sal que cuelgue en la pared de su pizzería alguna celebridad negra. Sal responde que no. Estas tensiones llegan a un punto violento al final de la película — y del día — cuando hay una riña entre Sal y Radio Raheem, otro habitante del barrio.
Vemos en la película a un policía asfixiar a Radio Raheem en medio de la vía pública. En respuesta a esto, la pizzería de Sal es destruida y saqueada por los habitantes del barrio. En medio de las llamas, se erige en la pared de la pizzería una foto de Martin Luther King Jr. y Malcom X sonriendo.
Tras el asesinato de George Floyd a manos de la policía, es claro que 30 años después Do The Right Thing sigue vigente, así como la importancia de hacer lo correcto. No es solo un problema de Estados Unidos, además: los asesinatos de Anderson Arboleda y Janner García cometidos por la policía muestran que el racismo y la violencia que surge de él están muy presentes en Colombia. Por eso, vimos la película una vez más e intercambiamos estas reflexiones, que registramos en este texto.
Santiago: Para ti, ¿a quién le habla el imperativo de haz lo correcto?
Juliana: Esta frase se la dice Da Mayor, un personaje anciano, a Mookie, el joven que luego empezará la revuelta contra la pizzería de Sal. Mookie está interpretado por Spike Lee, el escritor y director de la película, así que él se está poniendo a sí mismo en el lugar de quien debe preguntarse qué es lo correcto. Creo que hay ahí una pregunta que mira hacia adentro del movimiento que hoy llamamos antiracista, y es una pregunta que sospecho se hacen los manifestantes hoy en día. Ya vemos la respuesta.
Algo que me impresionó también de la película desde la primera vez que la vi es su tono cómico y a veces ligero frente a las tensiones raciales en Brooklyn. Luego nos deja sin punch line. Después de la revuelta, no hay alivio, la tensión no se libera. Nos deja a los espectadores lidiar con eso sin hacer un chiste esta vez. Y nos deja, en últimas, a nosotros también con ese imperativo: haz lo correcto.
S: Radio Raheem carga en sus puños una suerte de anillos: uno de amor y otro de odio. Él cuenta que ambos pelean constantemente entre sí. Una primera lectura podría indicar que, al menos en esta película, gana el odio, pero ¿tú cómo lo ves?
J: Podría uno decir que gana el odio dado que presenciamos, el espectador y también los habitantes del barrio, un crimen de odio: un policía blanco asfixia a un hombre negro. Luego, diría, gana tal vez la rabia, que es la misma que vemos hoy en las calles de Estados Unidos y del mundo. Me preocupa un poco que nos refiramos, nosotros dos pero también en general los medios de comunicación, al sentimiento colectivo de la revuelta con la palabra odio, pues el odio vino primero en el racismo.
S: Otra diada interesante que la película plantea es la de Martin Luther King Jr y Malcolm X. ¿Crees que se puede hacer una equivalencia entre el primero como amor y el segundo como odio? ¿Crees que prevalece la visión de uno sobre el otro?
J: No, no creo. Ni siquiera sería una diada entre un movimiento pacífico y violento, pues, como dice Malcom X, cuando la violencia es en defensa propia, no es violencia sino inteligencia. Con esto, su movimiento o su propuesta no sería violenta ni estaría planteada como opuesta a la de MLK. De hecho, podría uno pensar que la rabia que lleva a Mookie, por ejemplo, a destruir su pizzería favorita y su lugar de trabajo nace del amor que le tiene a su amigo, a quien acaba de ver morir.
S: Durante la destrucción/saqueo de la pizzería del final, dos personas que claramente están afectadas y en contra de todo lo que está pasando son Da Mayor y Mother Sister, los ancianos del barrio. A lo largo de la película me parece que son como la voz de la experiencia. ¿Por qué crees tú que tienen esa reacción? ¿Qué crees que puede indicar eso?
J: Ellos, claramente, se muestran como sobrevivientes (Mother Sister le dice al día siguiente “Here we are, still standing”, o algo así) no solo de esta revuelta sino, tal vez, de muchas otras. Esto podría explicar por qué Da Mayor salva a Sal y a sus hijos de la revuelta, ya sabe que ellos no son el enemigo. Pero, por otro lado, es la voz de Da Mayor la que parece resonar en la cabeza de Mookie cuando este último decide iniciar la revuelta. Al final, Mookie está siguiendo el consejo de los viejos, ¿no?
S: Al otro día, LoveDaddy, el narrador de la radio del barrio, está hablando de que el barrio sigue en pie y que va a salir adelante. Es como un rayo de esperanza, pero a la vez es una gonorrea porque también parte de que es algo que ya han enfrentado antes y pues la vida sigue. No sé. ¿Qué piensas?
J: Es terrible, porque además (he mentido antes) ahí hay un último chiste (muy cruel): LoveDaddy dice que no olviden registrarse para votar en las próximas elecciones. Y esto definitivamente resuena hoy, año electoral para Estados Unidos. Sería descaradísimo que hoy les dijéramos a los manifestantes que se esperen a votar en las próximas elecciones. Será porque sabemos realmente qué es lo correcto.
S: Me parece notable que cuando anuncian que el alcalde está investigando la situación, es porque no va a permitir que se destruya la propiedad privada y no porque la policía mató a una persona. Definitivamente resuena hoy, ¿no?
J: Totalmente y es muy doloroso y absurdo. Donald Trump, por ejemplo, impuso toque de queda la semana pasada para controlar las manifestaciones pero se había resistido a tomar medidas de aislamiento frente a la pandemia. Estas situaciones y la manera en la que reaccionan las esferas de poder ponen de manifiesto cuáles son sus prioridades. De ahí que haya que aclarar que las vidas negras importan.
Y esta pregunta por la propiedad privada me hace pensar también en un escenario importante en la película: el porche de los edificios. Todos los personajes parchan en el porche y es ahí donde tienen lugar las tensiones raciales. Este lugar está entre lo público y lo privado y creo que plantea una pregunta sobre el espacio en el que tiene lugar la violencia y también desde el que se puede decir algo, pues lo personal es político. Esto resuena hoy porque han asesinado en el espacio público a un hombre negro — en Estados Unidos pero también en Colombia — cuando todos estamos en la casa. Habría que preguntarnos, entonces, cuál es el lugar desde el que podemos hacer algo en este contexto.
Me pareció cuando vi la película que podría hacerse un paralelo entre el porche y las redes sociales, pues estas últimas son, en teoría, públicas, pero las usamos desde casa. Se mueven entre lo público y lo privado. Y en ellas se lleva muchas veces a cabo la violencia y también la resistencia. Pero pienso ahora que, como en la película, la revuelta tuvo que suceder afuera de la casa y tuvo, claro, que dañar la propiedad privada, que es lo que preocupa al alcalde.
S: Al otro día de la gran pelea, Mookie va a cobrar el salario y tiene una discusión con Sal. Pero luego del encontronazo inicial, ambos superan la pelea. De cierta forma ninguno se culpa directamente, a pesar de que están molestos y adoloridos. No sé si sea hilar muy fino plantear que esto invita a pensar más allá de culpas individuales y pensar en la estructura, ¿qué crees tú?
J: Puede ser, sí. Aunque también puede ser cansancio y hastío. A propósito de eso, ¿tú cómo leerías la foto de MLK y Malcom X con la que cierra la película? ¿Crees que es una resolución de las dos posturas? ¿las acerca? ¿son dos caras de la misma moneda?
S: Creo que no hay resolución. ¿Te acuerdas de cuando Radio Raheem habla de la lucha constante entre ‘amor’ y ‘odio’? Bueno, ahí se rompe la proverbial cuarta pared, ¿no? Porque le está hablando a Mookie, pero la cámara hace que nos mire directamente a nosotros cuando explica y argumenta. No digo que MLK sea ‘amor’ y Malcolm X sea ‘odio’ (aunque sí pensé que podía ser así en algún momento), pero sí que ambas posturas están necesariamente en tensión y ninguna prevalece sobre la otra. Dentro de la tensión también hay diálogo, por eso es potente que en la foto ambos se están dando la mano y están unidos. Son dos fuerzas o corrientes que se cruzan y se chocan sin que ninguna se imponga. Siento que la película está diciendo no es tan fácil. Por eso nunca queda claro qué es lo correcto, solo que hay que hacerlo. En todo caso, sí hay que notar que, al menos en la quema de la pizzería, hay más de violencia que de diálogo, y la película acaba con una cita de MLK que desestima la violencia y una de Malcolm X que la defiende.
J: Esta es la fotografía que finalmente puede ponerse en la pared por la que empezó todo, ¿crees que sólo podría erigirse en la pizzería de Sal si es en sus ruinas? ¿No habría otra manera de verse representados en la pared? ¿cómo lees que sea la misma foto en las ruinas de la pizzería y con la que acaba la película?
S: La reflexión de las ruinas es genial, Juli. Incluso, podríamos pensar en esa cita de Durruti que dice algo como A nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Me parece que es lo que tú dices: las ruinas ofrecen nuevas posibilidades, y es ahí donde cabe la foto que de ninguna forma cabía antes. Que ahí se ponga la foto también hace una lectura distinta de pensar en la quema de la pizzería como la destrucción absoluta, porque muestra que ahí también surgen nuevos caminos. Incluso se podría pensar también en esta escena sobre una pregunta o comentario sobre reforma vs revolución, o también sobre cómo solo fue posible reivindicar a MLK y Malcolm X una vez se hubo quemado la estructura previa.
J: Hoy vemos en las protestas alrededor del mundo, especialmente en Estados Unidos, a los manifestantes tumbando monumentos esclavistas. En este sentido, la quema de la pizzería podría ser un gesto parecido, ¿no? Y sobre esto, la pelea sobre la representación negra en la pared de la pizzería es, en últimas, una pelea sobre la cultura popular. Esto puede ser, de un lado, un reclamo sobre cómo consumimos la cultura negra sin ocuparnos o preocuparnos por quienes, en efecto, la hacen: las personas negras, ¿cómo lees tú esto sobre todo como consumidor, pero tal vez en tu caso más bien como curioso, de la cultura popular negra?
S: Total. No me acuerdo dónde vi estos días alguien que decía que el hombre negro es el más copiado del mundo. A la vez, todos quieren ser el hombre negro, pero ninguno quiere serlo. A propósito de la muerte reciente de Little Richard volví a pillar reflexiones sobre cómo la Historia, que tira hacia el statu quo blanco, borra con facilidad las contribuciones de pioneros como él y resalta el legado de los blancos que se lucraron a partir de ese primer momento, como Elvis Presley. Si uno entiende la NBA como cultura negra, ahí también pasa lo mismo: muchas veces, cuando los jugadores protestan frente a asesinatos o injusticias raciales, reciben comentarios de los fans del corte de shut up and dribble. Valen por su valor de entretenimiento en la cancha, que es un teatro, no como personas completas con pensamientos, opiniones y vidas más allá de lo que se ve en el televisor. Eso aplica a Colombia, creo: parece que el país celebra los goles de futbolistas negros, la música de artistas negros y así, pero con esto no viene una preocupación por la pobreza y violencia en departamentos como Chocó o ciudades como Tumaco. Entonces, como curioso y consumidor, encuentro un deber ético en ir más allá del entretenimiento. Ni siquiera por yo cambiar el orden de las cosas, pero sí por pensar más allá del goce inmediato y mirar hacia el entorno en el que surge ese entretenimiento que celebro. Por eso, como amante del rap y la NBA, tengo que pararme duro frente al racismo, allá y acá. Por ahí lo veo, espero que tenga sentido.
J: De hecho, Mookie le demuestra a Pino (el hijo de Sal) que admira a muchas celebridades negras, a lo que él responde “They’re more than black”, ¿Crees que haya una necesidad de “blanquear” a las celebridades negras para poder admirarlas?
S: Alto racista el Pino. No sé si de “blanquear”, pero quizás sí de que superen lo que Pino parece considerar como el estado primigenio de ser negro. A finales de los 80, Magic Johnson, Eddie Murphy y Prince — los que Pino admite que son sus atleta, actor y cantante favoritos — habían entrado en la consciencia pop y quizás no eran vistos como amenazantes o problemáticos, de la forma en que él sí ve, claramente, a las personas negras en general. Me llama la atención que en los tres ídolos que enlista, ninguno es blanco ni italiano, y ahí volvemos a lo que hablábamos antes: él puede odiar a las personas negras y disfrutar del entretenimiento que algunos de ellos le proveen, al mismo tiempo. No sé si eso sería posible hoy de la misma forma, porque las redes sociales rompen con esa separación y entonces LeBron James puede opinar de inmediato y sin medios de comunicación de por medio sobre el asesinato de George Floyd. Creo que en esa época podía ser más fácil quedarse en el mismo canal, y al ver a un Magic Johnson sonriente y amigable, además de estúpidamente bueno para el basket, justificar la afición diciendo bueno, pero es que él no es como todos los negros: es mejor. Pino, como representante máximo del racismo más explícito en la película, muestra que simplemente para ser respetadas las personas negras deben demostrar que “no son como los demás negros”.
J: La riña entre Radio Raheem y Sal empieza porque Sal ya está cansado de oír “Fight the Power” todo el día, esto me parece muy diciente, pues es la “invasión” de la cultura negra en la pizzería y además no es cualquier canción, ¿qué te dice a ti?
S: Me parece que el tema habla casi que por sí solo para la película. Fue hecho para la película y se nota. Se caga en ídolos blancos y aborda la misma temática que la pelea entre Sal y Buggin Out: la cultura como un campo de batalla.
“Elvis was a hero to most / But he never meant shit to me you see / Straight up racist that sucker was / Simple and plain / Motherfuck him and John Wayne / Cause I’m Black and I’m proud / I’m ready and hyped plus I’m amped / Most of my heroes don’t appear on no stamps / Sample a look back you look and find /Nothing but rednecks for 400 years if you check”.
Creo que “Fight the Power”, entonces, también llama a luchar contra el poder cotidiano, como que en una pizzería en un barrio negro todas las caras sean blancas (aun si son italianas). Y Sal, cuando Buggin Out le reclama, dice que es su pizzería. Y Buggin Out no le responde esto directamente, pero pues la pizzería se sostiene por clientes negros: por eso para él no es posible que Sal solo quiera recibir su plata sin pensar en ellos más allá de esa transacción. Y a Sal sí le importa la gente, pero en sus términos. Entonces, como rapea Chuck D, sus héroes no salen en las estampillas y, luego de 400 años, eso ya harta.
J: Hay, como ya dijimos, una constante reivindicación de la cultura popular (los tenis Jordan, la música, las celebridades, el narrador en la radio) que puede leerse también como una historia alternativa, como una forma de contar la historia en sus propios términos en oposición a la historia oficial. Esto puede pensarse en paralelo a lo que pasa hoy con CNN, y sobre por qué los manifestantes suelen protestar también en contra de cómo son representados en los medios hegemónicos de comunicación. En estos días mucho se ha dicho sobre qué deben hacer los non-blacks para apoyar el movimiento antiracista. Tú escuchas y escribes sobre rap, ves NBA, juntos vimos esta película, ¿qué crees que es lo correcto para hacer hoy?
S: Sí, de hecho fue justamente Public Enemy — pues, Chuck D — el que dijo que el rap era el CNN Negro y contaba lo que ningún otro medio iba a hacer. Yo creo que lo correcto es, como decía antes, pensar más allá del entretenimiento y preocuparse por las injusticias y el racismo. Pensar en las personas negras como personas completas y no como personajes unidimensionales que solo funcionan para lo que queremos o nos interesa. No tendría sentido que alguien escuchara rap regularmente y fuera racista, si las mismas canciones hablan de las condiciones tan gonorreas en las que muchos crecieron, sus experiencias violentas con la policía, cómo estaban de jodidos sus barrios, en fin. Entonces, primero, ser responsables en ese aspecto es hacer lo correcto.
Y, para mí, hacer lo correcto también es pensar en el racismo en Colombia. Creo que una razón por la que mucha gente ha compartido sin problema consignas de Black Lives Matter es porque se siente como si fuera un problema de Estados Unidos, y al estar lejos es más fácil apoyarlo sin consecuencias. Pero Colombia también es un país muy racista.
Entonces lo correcto también es no pensar que acá no está pasando nada y actuar para cambiar el racismo en la medida de cada uno. No hay una sola forma, pero lo mínimo es no actuar como si nada pasara.