De brujas y monstruas

Estas cuatro películas de terror (Carrie, de Brian De Palma; Teeth, de Mitchell Lichtensteinde; La bruja, de Robert Eggers; y Thelma, de Joachim Trier) exploran la posibilidad de una venganza femenina y el miedo a la mujer castradora, a la bruja, a la mujer monstruosa.

Juliana Rodríguez Pabón
9 min readOct 31, 2019

Dice Marvel Moreno, cuando le preguntan en una entrevista que por qué no salva a ningún personaje varón en su novela En diciembre llegaban las brisas, que el hombre déspota no busca ser salvado ni entiende cómo aman las mujeres. Es, entonces, inevitable que muera, o que no se salve. Últimamente encuentro en todo lo que leo y todo lo que veo esta fantasía de matar al hombre o al padre. Encuentro fascinante la venganza femenina como la única manera de restaurar un orden que no será ya el orden masculino en libros y películas.

En uno de sus cuentos, “La muerte de la acacia”, Moreno habla de doña Genoveva, de quien se sugiere que asesinó a su esposo maltratador y lo enterró debajo de la acacia que crece en su jardín, como una leyenda urbana. Todo el pueblo es cómplice de su crimen, que no es más que un rumor, una sospecha. Moreno vuelve a su lectora también cómplice, pues, como el resto, lo sabe y calla.

Virgine Despentes, ya no hablando de la fantasía explorada en la literatura y el cine sino de su propia experiencia, se refiere a esto en su Teoría King Kong. Dice que el discurso que invita a las mujeres a no responder con violencia ante la violencia es en sí mismo violento, pues sigue favoreciendo el cuerpo masculino por encima del femenino. Recuerda cuando la violaron y desea haber usado la navaja que llevaba en su bolsillo. Es esta posibilidad, la de haber usado la navaja con la que sus agresores la amenazaron, la que exploran estas películas de terror.

Carrie (1976)

En este clásico de Brian De Palma, Carrie es una adolescente matoneada por su madre y sus compañeras de colegio. La madre la controla condenándola a la ignorancia de sí misma y de su propio cuerpo.

La película comienza con el momento en el que Carrie tiene su primera menstruación, en las duchas del gimnasio de su colegio. Pide ayuda pues no sabe de qué se trata y sus compañeras la acolarran desnuda en una de las duchas y le tiran tampones y toallas higiénicas. En esta misma escena vemos la primera manifestación de los poderes de Carrie: revienta un bombillo.

La llevan entonces a la oficina del director, quien la llama erróneamente Cassie. Ella, cansada de corregirlo, rompe ahora un cenicero con la mente mientras le reitera al director que su nombre es Carrie. Sus poderes, entonces, se manifiestan como una reiteración de su identidad, un grito de su nombre, que es el mismo título de la película.

Esta identidad empieza a revelársele en la lectura. Consulta en la biblioteca libros sobre telequinesis y lee que hay otras como ella. Su rebeldía es el conocimiento, pues cuando ya es consciente de sus poderes puede enfrentarse a su madre y, entre otras cosas, ir al prom y enamorarse.

El prom acaba con la famosa escena del colegio en llamas en la que Carrie se venga de todos los que la han humillado, incluido el joven de quien está enamorada. Pero es después de esto que tiene una segunda revelación: cuando llega a su casa, su madre la apuñala por la espalda y le confiesa que es ella también una pecadora, pues dejó que su padre entrara en ella y lo disfrutó. Y de ese placer habría nacido Carrie, que era ahora una bruja. Y es ahí, cuando reconoce en su madre a una pecadora y en su padre un antecesor, que Carrie puede no solo asesinar a la madre que la ha sobreprotegido y castigado por años, sino entregarse ella misma a la hoguera.

Asesina entonces a su opresora emulando la imagen de San Sebastián, lanzándole flechas al pecho. La madre, como él, gime de dolor y placer.

Teeth (2007)

Dawn es una adolescente que difunde en conferencias la idea de una promesa de castidad. Ella ha prometido ser virgen hasta el matrimonio y ayuda a su iglesia a convencer a otros de que lo hagan. Nunca se ha masturbado, pues eso es también pecado. Dawn, como Carrie, vive en la ignorancia de su cuerpo, nunca se ha mirado desnuda en el espejo ni se ha tocado la vagina.

Un día el joven de quien está enamorada intenta violarla y Dawn descubre algo: tiene una vagina dentada. Después de mutilar, accidentalmente, a su agresor, Dawn empieza a investigar sobre su condición y se da cuenta de que es la encarnación del miedo masculino de la mujer castradora. Lee sobre el mito de la vagina dentata en distintas culturas y concluye que un hombre debe domarla, conquistarla. Pierde, entonces, la virginidad. Y solo luego de que ha leído sobre sí misma y de que ha conocido el placer, es capaz de verse al espejo desnuda, de admirarse a sí misma. Se da cuenta, también, de que puede controlar sus dientes y morder solo cuando quiera.

Antes, en una escena de una clase de biología, la maestra ha explicado cómo las especies evolucionan para adaptarse y ha dicho que algunos científicos afirman que esto puede suceder de una generación a otra: un día puede nacer un ser con una mutación que facilite su supervivencia. Así, la vagina dentada pasa de ser un cuento folclórico a un hecho científico, a una mutación de la mujer para hacer más fácil su existencia.

Cuando Dawn entiende esto, que su vagina es una ventaja antes que una maldición, se libera, hay un despertar, amanece. Entiende, por ejemplo, que la seducción puede ser un arma y la usa para vengarse de su hermanastro, que la ha acechado toda su vida y que mató por negligencia a su madre enferma. La sangre que corre por su entrepierna no será ya la de la menstruación sino la del pene cercenado. Y no le dará ya miedo, como le daba miedo a Carrie, sino que le traerá alivio.

La bruja (2015)

Una familia de colonos cristianos es desterrada de la aldea en la que vivían en la Nueva Inglaterra de 1630 y se trasladan a una granja cerca de un bosque. La hija mayor, Thomasin, ya es una adolescente, “tiene los signos de ser una mujer”, dice su madre. Su hermano menor, Caleb, a veces la mira. Hay, como en Teeth, la sugerencia de un deseo incestuoso que, aunque acá es inocente, desencadena la condena y la venganza de Thomasin.

La familia empieza a desestabilizarse con la desaparición del bebé, que estaba al cuidado de Thomasin. Vemos a una bruja en el bosque bañándose con la sangre del varón no bautizado. Luego desaparecerá también Caleb, quien luego reaparece poseído por un demonio y vomita una manzana, símbolo del pecado original y también del deseo, pues es lo que él y su hermana Thomasin añoraban de los días prósperos y de lo que hablaban.

Así, van desapareciendo uno a uno los varones de la familia, el linaje masculino. La madre culpa a Thomasin y el padre deja que ella cargue con esa culpa cuando ha sido él mismo quien ha cometido los errores que llevaron a Caleb a perderse en el bosque. La madre la acusa, además, de seducir a su hermano y a su padre.

El linaje masculino termina extinguiéndose y Thomasin, para defenderse y salvar su vida, asesina a su madre a cuchillazos. Así, como en Carrie, la madre opresora termina siendo penetrada por la hija, que no será ya más una hija de nadie.

Thomasin termina volviéndose una bruja, de lo que antes la señalaba su madre. Satanás le ofrece vivir deliciosamente y ella, como Dawn, ante la posibilidad del placer, termina entregándose a su naturaleza y aceptándola. La vemos caminar hacia el bosque y llegar al aquelarre. Las otras brujas bailan y levitan alrededor de una fogata, muy distinto de la posición en la que la familia se sentaba alrededor del padre en la mesa. Thomasin ha descubierto otra forma de unión fuera de la familia: la sororidad del aquelarre.

Thelma (2017)

Vemos a una niña y a su padre de caza en un bosque. El padre le apunta a la niña como le apuntaría a un ciervo y no es capaz de disparar. Esa niña, que alguna vez fue un ciervo a punto de ser sacrificado, es Thelma, a quien vemos luego como una joven estudiante en una universidad.

En sus primeros días fuera de casa, Thelma empieza a sufrir de ataques que la hacen convulsionar. El primero ocurre cuando se sonríe en la biblioteca con Anja, otra estudiante. Mientras Thelma convulsiona, un cuervo, fiel amigo de las brujas, se estrella contra una ventana. Es un presagio.

Thelma y Anja se enamoran. Las convulsiones parecen estar ligadas al deseo que Thelma condena y reprime debido a su crianza cristiana. Fantasea con besar a Anja y una serpiente la posee en medio de estas fantasías. La otrora ciervo es ahora serpiente, el animal que sospecha, el que pregunta por qué no pueden comer del árbol de conocimiento. “El conocimiento no nos hace mejor que los demás”, le dice su padre a Thelma. Pero es precisamente el conocimiento lo que persigue Thelma, que estudia biología.

Para llegar al fondo del misterio de sus ataques, el médico le recomienda que investigue sus antecedentes familiares. Thelma, entonces, emprende un viaje a su infancia y se da cuenta de que no recuerda muchas cosas, que no sabe quién es. Investiga, además, sobre sus antepasados. Tras esta investigación, que también harían Carrie y Dawn, Thelma se sabe como parte de un linaje: encuentra mujeres locas, histéricas, telequinéticas.

Este gesto de autoconocimiento, como el de Carrie, es en sí mismo un desafío al orden familiar, pues escarba donde sus padres no quieren que escarbe. Ilumina lo que ha sido oscurecido. Y, además, la lleva a entender que su naturaleza es la rebeldía. En este sentido, la posterior muerte del padre sería su destino trágico, inevitable.

Como a Dawn, el placer y el deseo liberan a Thelma. El amor por Anja, por otra mujer, le ha planteado una nueva forma de unión, como el aquelarre lo hizo para Thomasin, distinta de la familia patriarcal. Defender este amor ante su padre, y, de paso, excluirlo a él y a cualquier hombre de ese amor, es su mayor gesto de rebeldía, es el desafío del orden masculino.

La bruja, como ya lo sabemos, debe matar al padre. Y así lo hace Thelma y, como Carrie, usa el fuego en su venganza contra quien la ha condenado a la ignorancia de sí misma. El fuego, que usaba su padre para enseñarle cómo se sentía el infierno y que usaban los cazadores de brujas para extinguirlas, es el arma contra el padre.

Luego, Thelma nada por el lago en el que ha matado a su padre y en la otra orilla está Anja. Hay en el agua una transformación, un segundo bautizo. Y en este bautizo la bruja se sabe bruja y se nombra. De nuevo, reitera su nombre: se llama Thelma, como la película. Ya se ha hecho a sí misma y ahora, en una partonegénisis, sin semilla, hace al mundo: mueve las cosas a su antojo, cura a su madre, que estaba en silla de ruedas. Después de enferma y rebelde, se vuelve curadora, medicina. Lo que antes nacía de la rabia reprimida, ahora nace del amor. Y solo entonces puede controlar sus poderes y dejar de verlos como enfermedad. Al final, a diferencia de las demás, Thelma no asesina a la madre que la ha maltratado y controlado, le da, más bien, piernas para caminar.

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Juliana Rodríguez Pabón
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Written by Juliana Rodríguez Pabón

Escribo de películas y series. No me paro del sofá.

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