Anatomía de una caída: una pelea por el tiempo

En Anatomía de una caída, Sandra, la protagonista, tiene una pelea con su marido. Él le reclama tiempo — no que le dedique tiempo, sino que le dé tiempo — , ¿cómo puede uno reclamarle a otro el tiempo que es de uno?

Juliana Rodríguez Pabón
5 min readMar 5, 2024

En la película de Justine Triet, Sandra es acusada de haber matado a su marido, quien cayó misteriosamente desde el altillo del chalet en el que vivían. En medio del juicio de Sandra, la fiscalía exhibe una grabación de una pelea que tuvo la pareja el día anterior de la caída. En la grabación, Samuel, el muerto, le reclama tiempo en su esposa.

La discusión empieza porque Samuel le pide a Sandra que redistribuyan las tareas de la casa. Ella es una escritora publicada y célebre y él, en cambio, no ha terminado la novela en la que lleva años trabajando. Viven en un chalet al sur de Francia, al que se han retirado para que él, aislado de su vida anterior y de su trabajo como profesor universitario, pueda escribir. Samuel considera que no tiene tiempo de soledad suficiente para escribir y le reclama a su esposa, quien le recomienda que se organice mejor. Ella le recuerda que nadie le pidió que educara al hijo de los dos, Daniel, en casa. Que si lo enviaran al colegio, tal vez él tendría más tiempo.

Este reclamo de Samuel es el que han hecho muchas mujeres: las labores domésticas consumen todo el tiempo que podrían tener en soledad para trabajar en su obra y en sus intereses. Las mujeres no han sido, a lo largo de la historia, dueñas de su tiempo. No es el caso de Samuel, quien es el inventor de su circunstancia: su esposa y su hijo se han ido con él a su pueblo natal para que él pueda dedicarse a la escritura. Aún cuando viven lejos de todo y aún cuando él ya ha renunciado a su trabajo de profesor, por alguna razón, no tiene tiempo suficiente.

He visto a otros hombres hacer este reclamo: no tengo tiempo para mí porque todo se lo dedico a esta relación, a este matrimonio, a esta familia. Me doy cuenta de que hay distintas percepciones de lo que es la abnegación. Las mujeres han sido madres y esposas abnegadas, es decir, que viven en la negación de sí mismas, que cuidan siempre de los otros. Este hombre, en cambio, ha llevado a su familia al lugar en el que cree que podrá tener tiempo y concentración. Es común entre los hombres concebir la vida en pareja como un sacrificio, como una renuncia de la individualidad. Y parece que sí, que hay asuntos matrimoniales que parecen escapársele al individuo, pero que no por eso lo borran.

Samuel cree que se está abandonando a sí mismo y a su obra al dedicarse a su familia, es un sacrificado. Pero ¿qué es precisamente lo que está sacrificando?, ¿qué es eso que defiende y que siente que le han robado?, ¿qué es lo que reclama si siempre ha tenido una habitación propia — justamente, el altillo del que ha caído — ? Samuel le reclama a Sandra, incluso, que hablen en inglés aún cuando viven en Francia —él es francés y ella alemana — . Ella explica que el inglés es la lengua común, el punto medio, pues no es la lengua materna de ninguno, ¿se sentiría él menos sacrificado si hablaran francés?

Sandra tiene un nombre, es autora de una obra. Ha podido escribir sin sacrificarse y cediendo en todo — mudándose a Francia, aislándose del mundo, siendo una madre para su hijo — . No solo ha cedido en todo sin sacrificar su oficio, la escritura, sino que además tiene sexo con otras personas y es sincera con su esposo: ella lo escogió a él, lo ama, pero no sacrificará su deseo.

Samuel sufre porque no se ha hecho un nombre, pero eso no quiere decir que no sea nadie. El hombre sufre una crisis de identidad cuando se ha dedicado a una relación, pues cree que ha dejado de ser él mismo cuando ha cuidado de otro, pero ¿qué somos si no el conjunto de todo? Samuel es un esposo, un profesor, un padre dedicado, un paciente de psicoanálisis. Todo eso es lo que constituye la verdad sobre nosotros mismos, no son capas de las que él deba deshacerse para encontrar la inspiración y el tiempo para ser escritor, sino que son el corazón mismo de quien es él.

Es una confusión masculina esa de creer que la esencia está en quien se es en soledad. Así que he visto hombres que sobreprotegen esa soledad en la que hay tan solo vacío. En el caso de Samuel, es el lugar, además, del fracaso. Así, el reclamo por el tiempo parece una forma de eludir la pregunta por sí mismo: si tan solo pudiera deshacerme de todas estas capas y pudiera estar solo, podría conectarme conmigo mismo, concentrarme y escribir. Está paralizado por su ambición. Es fácil imaginar que el fracaso pesa más a quienes han sido siempre dueños de su tiempo, pues no tienen a nadie a quien culpar sino a sí mismos. Sandra termina por decirle a su marido que es víctima de su propia trampa.

Samuel, tal vez, intuye que aún solo no podría escribir. Puede ser que Samuel tuviera una intuición de que las capas de las que intenta deshacerse podrían ser la materia prima de su escritura en vez de ser un estorbo. Y de ahí las grabaciones de la vida cotidiana, de la pelea. Ella sospecha, incluso, que él inició la pelea para grabarla: por fin parece que se convertirá en autor. Pero antes de que podamos saber esto, cae del altillo de su casa y muere. Y entonces el matrimonio parece ser el culpable: el hombre casado no podía ser un individuo. Como en el matrimonio, tras la muerte, Sandra es la principal sospechosa de la caída de su marido. A los hombres les cuesta creer que haya sido una caída accidental, un tropiezo, una torpeza o incluso un suicidio. Debe haber una culpable, y quién más si no la que sigue viva y sí sabe escribir.

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Juliana Rodríguez Pabón
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Written by Juliana Rodríguez Pabón

Escribo de películas y series. No me paro del sofá.

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